
Hablemos de Discapacidad
El lenguaje es el principal instrumento y vehículo del pensamiento, esencial para el desarrollo humano, individual y social. El lenguaje verbal puede impactar la percepción, memoria, juicio, razonamiento e incluso la manera en la que resolvemos un problema.
El lenguaje es el principal instrumento y vehículo del pensamiento, esencial para el desarrollo humano, individual y social. El lenguaje verbal puede impactar la percepción, memoria, juicio, razonamiento e incluso la manera en la que resolvemos un problema. Aquí un ejemplo de cómo funciona:
¿Qué ves en la imagen?

Seguro vinieron muchas posibilidades a tu mente, pero ¿qué pasa si mediamos con el lenguaje?
Es un oso trepando un árbol ¿lo ves?
Con este ejercicio podemos darnos cuenta que las palabras modifican nuestra percepción y moldean la forma en la que nos relacionamos con determinados conceptos, pues hemos generado discursos e ideas asociadas a esas palabras.
Durante los años treinta, los lingüistas Benjamin Whorf y Edward Sapir formularon una hipótesis que propone que el mundo que percibimos está distorsionado por el lenguaje que hablamos, porque vemos el mundo a través de un filtro lingüístico.
Si bien este filtro facilita la comprensión del mundo, también existen repercusiones sociales. Pues se gestan categorías que dan origen a sesgos sociales, estereotipos y discriminación.
Andrew Solomon, profesor de psicología clínica, afirma que con las palabras transformamos en metáfora una violencia que es real y, así, la naturalizamos.
Por ejemplo. La definición de discapacidad ha sido encasillada en una categoría negativa, en donde el lenguaje nombra de manera distorsionada las características de la persona, creando un nudo entre la discapacidad y la exclusión.
A lo largo de la historia no se han limitado los adjetivos que convierten a la persona con discapacidad en un lastre. Seres enfermos, afectados y adoloridos, atentando contra su humanidad e imposibilitando el ejercicio de la empatía, pues nos ha convencido de que toda discriminación o injusticia, es simplemente la consecuencia natural de la condición con la que viven y que si se les excluye es para evitarles el sufrimiento de adaptarse a un mundo para el que no están preparados.
Pero si el lenguaje excluye, también puede modificarse para construir Inclusión. Como menciona Heidegger, el lenguaje es la casa del ser, y es responsabilidad nuestra irla acondicionando para hacerla más habitable.
No podemos seguir esquivando la responsabilidad social de revertir de manera consciente las relaciones negativas que hemos construido a partir de palabras discriminatorias, pues no surgirá espontáneamente una visión colectiva que derribe las barreras físicas y actitudinales que por mucho tiempo hemos colocado entre las personas con discapacidad y sus derechos.
Nombrar la discapacidad con dignidad es posible, colocando al centro a la persona, su dignidad y derechos. Existen atenciones lingüísticas sencillas con las que podemos iniciar esta transición a un modelo incluyente.
- Cuidar el orden de los factores; pues al anteponer la idea de persona antes que la condición con la que vive, permite diluir ese nudo que fusiona al individuo con su condición, resguardando su dignidad.
- Utilizar términos adecuados, que nombren de manera madura y real las características de la persona con discapacidad.
USO CORRECTO
Persona con discapacidad
Persona sin discapacidad
USO INCORRECTO
Discapacitado, anormal, incapacitado, deficiente, minusválido, diferente.
Con capacidades diferentes.
Persona normal.
La discapacidad debe ser entendida como el resultado de la interacción entre las limitantes físicas, sensoriales, intelectuales y psicosociales, con las barreras físicas y actitudinales que establece la sociedad, impidiendo a la persona tener una inclusión plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con los demás. Como lo respalda la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad
Es tiempo de edificar un modelo social para la percepción y entendimiento de la discapacidad, recreando públicamente esta condición bajo un entendimiento empàtico y respetuoso, que valore a la persona por el hecho de ser persona, eliminando etiquetas y prejuicios ligados a la discapacidad.
Integrar esta nueva concepción, no será tarea fácil, en principio puede generar incomodidad, pues se está luchando contra ideas preconcebidas a las que estamos acostumbrados, este nuevo lenguaje rescata no solamente la dignidad de las personas con discapacidad, sino que restituye la dignidad y humanidad de la sociedad.
Fuentes de referencia:
Hernández, M.A. (2020) Nombrar la discapacidad. Revista de la Universidad de México, (86), 16-23.
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